La semana pasada hablamos de varios temas, y esta vez quiero adentrarme en uno que me apasiona: la crianza. Pero para hablar de crianza, primero hay que hablar de la familia.
Cuando pensamos en familia, solemos imaginar el modelo tradicional de mamá y papá, pero la realidad es que hay muchas formas de familia: abuelos que crían a sus nietos, tíos que asumen ese rol, madres o padres solteros, familias adoptivas, entre muchas otras. Y todas ellas tienen algo en común: son el primer espacio donde aprendemos sobre el mundo, las emociones y las relaciones.
Desde que nacemos, absorbemos lo que vemos en casa. No solo lo que nos dicen, sino cómo se comunican los adultos, cómo resuelven conflictos y cómo expresan el afecto. La crianza no empieza cuando un niño cumple cierta edad, empieza desde el primer día y se construye en cada interacción, en cada gesto y en cada palabra.
Por eso, antes de preguntarnos cómo criar mejor, tal vez deberíamos preguntarnos qué ejemplo estamos dando en nuestro hogar. La crianza no es solo sobre normas y límites, es sobre la forma en que vivimos el día a día con quienes nos rodean.
Comentarios
Publicar un comentario