Cuando hablamos de límites en la crianza, muchas veces pensamos en restricciones, castigos o en una autoridad rígida que impone reglas sin explicación. Pero, ¿y si te dijera que los límites bien puestos son una muestra de amor?
Los niños necesitan estructura, saber hasta dónde pueden llegar y qué se espera de ellos. Sin límites, se sienten inseguros y pueden volverse desafiantes porque buscan respuestas. Pero aquí está la clave: los límites no se tratan de imponer, sino de guiar.
Imagina que eres un niño aprendiendo a andar en bicicleta. Si te dejan en una carretera sin señales ni reglas, probablemente te sentirás inseguro. Pero si tienes un camino claro, con bordes bien definidos y alguien acompañándote en el proceso, todo cambia. Eso mismo pasa con los límites.
Entonces, ¿cómo ponerlos sin caer en el “porque yo digo” o en el extremo de ser demasiado permisivos?
Sé claro y firme, pero sin ser autoritario. No es un “hazlo porque sí”, sino un “esto es importante por esta razón”.
Escucha y valida sus emociones. Poner un límite no significa ignorar cómo se sienten al respecto.
Sé constante. Un límite que un día se aplica y al otro no, solo genera confusión.
Dales opciones dentro de los límites. “Puedes jugar, pero dentro de casa para que no te lastimes.”
Si alguna vez te has sentido mal por decir “no” a tu hijo, recuerda esto: los límites bien puestos son una forma de amor y protección.
Para profundizar en este tema y ver ejemplos prácticos, les dejo un video que preparé en colaboración con mente_dual_oasis_psicológico, el espacio que comparto con la psicóloga Leslie Lacayo González, asi nos puede encontrar en distintas redes . En él exploramos cómo establecer límites desde la crianza positiva de una manera efectiva y amorosa. ¡No se lo pierdan!
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