Si hay algo que pone a prueba la paciencia de cualquier adulto, es un berrinche. Esos momentos donde los niños parecen perder el control, lloran, gritan o se tiran al suelo, justo cuando menos lo esperas. Y sí, pueden ser agotadores. Pero antes de reaccionar desde la frustración, vale la pena detenernos y preguntarnos: ¿qué hay detrás de un berrinche? Para un niño pequeño, el mundo es un lugar enorme y lleno de emociones que aún no sabe manejar. Su cerebro todavía está en desarrollo y eso significa que no siempre tiene las herramientas para expresar lo que siente con palabras. Un berrinche no es manipulación, es su manera de decirnos: "Estoy frustrado", "Estoy triste" o "No sé cómo gestionar esto". Y aquí es donde entra nuestro papel como adultos. No se trata de ceder a todo lo que pidan ni de ignorarlos hasta que se calmen solos, sino de acompañarlos en ese momento difícil, ayudándolos a comprender sus emociones. Algunas claves que pueden ayudar: ...